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PRAXIS REVOLUCIONARIA PARA CULTIVAR EL SOCIALISMO.

Por Carlos (Camarada) Rodríguez

Para cultivar el socialismo no solo hace falta deseos o buenas intenciones: se requiere una voluntad activa que sea capaz de transformar la realidad y permitir que esta realidad en su dinamismo también transforme pensamientos y promueva reflexiones profundas, que eleven la conciencia de todos y todas quienes están vinculados a este proceso. Precisamente sobre esto quiero compartir algunas ideas que he ido madurando mientras limpio un pequeño espacio donde vamos a sembrar unas plántulas de café y que me pareció pudiese aportar a nuestra creación del comunero y la comunera como sujeto histórico.

La crisis orgánica y sistémica de la sociedad del capital nos ha obligado a buscar y pensar alternativas, que hoy son más urgentes que antes. Nosotros creemos que esa alternativa es el Socialismo Bolivariano y la ruta que hemos determinado es la Comunera, no por capricho, sino como síntesis de las experiencias emancipadoras de la clase trabajadora mundial. El Comandante Chávez en el 2012 en su icónica disertación autocrítica conocida como el golpe de timón termina diciendo «Comuna o Nada», después de 14 años como jefe de estado y líder de una revolución que se proclamó anti-imperialista primero y socialista después; llegar a esa conclusión no fue por azar, sino luego de estudiar a grandes pensadores del socialismo científico que en esa misma presentación cita, comenta y expone.

En este sentido no habrá comunas sino hay sujetos que la organicen, pero tampoco tendremos comuneros ni comuneras, sin comunas en ejercicio del poder. Así es nuestro proceso dialéctico: contradictorio y a su vez cambiante, plenamente transformador.

La Praxis revolucionaria es un elemento vital en este cultivar, pues somos los hombres y las mujeres quienes tenemos la posibilidad de agregar valor a los productos a través de nuestro trabajo, así mismo somos quienes hacemos que los grandes engranajes de la historia giren, por lo que es vital hacerlos girar a favor de los pueblos del mundo. Esa Praxis nos permite salir de la contemplación y de la comodidad académica, nos da la posibilidad de levantarnos de la poltrona y de ponernos las botas, hace posible también que se junte nuestra mente con nuestras manos (no desde una posición excluyente sino liberadora), nos empuja a reflexiones profundas y a hacer consiente lo odioso del capitalismo que ha contrapuesto históricamente el saber y el hacer, dejando el saber a unos pocos privilegiados y relegando el hacer a las masas sin posibilidad de analizar conscientemente la explotación y dominación de la cual son víctimas y de la acumulación y ganancia que otros disfrutan a costa de ellos.

A pesar de los grandes esfuerzos de la Revolución Bolivariana y del pueblo organizado, aún existen muchos obstáculos para la Praxis. La comuna es, a mi criterio, un espacio idóneo para que la llevemos a cabo y la materialicemos. La clase trabajadora del campo y de la ciudad genera riqueza con sus manos y sus mentes, pero esto termina al servicio del capital y no satisfaciendo las necesidades del pueblo: este es uno de los retos de la comuna, debe generar riqueza y ésta debe servir para elevar los niveles de vida de la propia comuna, es decir, del pueblo que la conforma. En este sentido, La Praxis se vuelve el medio no solo para producir riqueza, sino para gestionarla, administrarla, distribuirla y reinvertirla de manera democrática y participativa, ese es el ejercicio del poder.

La comuna se vuelve un espacio de producción, de discusión, de debate, de toma de decisiones, de aplicación de medidas y de ejecución de acciones que luego serán evaluadas. De tal forma que los comuneros y las comuneras no son sólo elegidos voceros y voceras de los comités de trabajo, sino que son los llamados a desencadenar procesos de ejercicio del nuevo poder naciente, que fundamentado en La Praxis, sea profundamente democrático y que contribuya a acercarnos cada día más a la independencia y al socialismo en la visión Bolivariana y ancestral de la suprema felicidad social y del buen vivir.

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